lunes, 26 de septiembre de 2011

Qué son las Ecoaldeas


Vivir en una Ecoaldea por ecoaldeas



Imagínate repoblar un pueblo abandonado o poblar un area de terreno rural, unirte a una comunidad con un nuevo estilo de vida, lejos del derroche y el consumo compulsivo, entre bosques, corrales, animales, huertos, talleres de creatividad…

Imagínate ser autosuficiente y bañarte en un río de agua cristalina. Todo eso y más lo puedes encontrar en una ecoaldea.

Las ecoaldeas plantean una forma de vida cotidiana dirigida a reducir el impacto al que sometemos al planeta. Con principios ecológicos y culturales, estas comunidades viven entre la utopía y la necesidad social.

El astrofísico reconvertido a investigador social Robert Gilman describe estos asentamientos sostenibles como “comunidades humanas, que incluyen todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoyan formas saludables de desarrollo y que pueden persistir indefinidamente”.

Efectivamente, el movimiento de las ecoaldeas, que nació a finales de los años ochenta en Centroeuropa, está demostrando que es posible otra forma de vivir fuera del consumismo, de acuerdo a principios ecológicos y de respeto al medio ambiente y con un modelo de comunidades sostenibles que está presente en buena parte de Europa, América, África y Oceanía.

¿Cómo son las comunidades sostenibles?

Las ecoaldeas están formadas por personas que deciden unirse al movimiento de las comunidades sostenibles sobre todo atraídas por el contacto con la naturaleza. Se organizan en forma de pequeña villa ecológica, normalmente repoblando pueblos abandonados, y viven y trabajan tratando de hacer un buen uso de la tierra y de sus flujos de energía para cultivarla y obtener recursos. Se cultivan huertos buscando ser autosuficientes y se aprovechan al máximo las energías alternativas, como la solar, se reciclan los residuos y se llevan a cabo trabajos comunales, como la construcción de cooperativas o la rehabilitación de las casas.

Existen multitud de matices que diferencian a estas comunidades, algunas plantean la propiedad privada y otras la

ocupación de pueblos abandonados; algunas son religiosas y otras, en cambio, son aconfesionales; suelen ser de ámbito rural pero también existen ejemplos de ecoaldeas urbanas, pero todas tienen puntos en común y se rigen bajo criterios similares.

Los aspectos ecológicos, por ejemplo, tienen una importancia central:

☞Los alimentos se producen ecológicamente en la comunidad o en la zona en la que se encuentre la ecoaldea.

☞ Para las construcciones se utilizan materiales locales, naturales y no tóxicos.

☞ Las actividades productivas tienen en cuenta los ciclos vitales de los productos utilizados, de manera que en ningún momento resultan nocivas para el entorno o para la salud.

☞ Se producen objetos de larga duración, fáciles de reparar y aptos para ser reciclados.

☞ El agua y la energía se consumen con moderación, depurando con medios naturales las aguas residuales y utilizando fuentes de energía renovables.

☞ El transporte motorizado se reduce al mínimo.

También son importantes los aspectos socioeconómicos de la vida en la comunidad:

☞ Las actividades económicas que se lleven a cabo en la ecoaldea aseguran la estabilidad de todos sus miembros.

☞ El trabajo se organiza horizontalmente y se favorece la participación de todas las personas involucradas en la toma de

decisiones.

☞ La comunidad asume, en la medida de lo posible, competencias como la salud y la educación.

☞ Las decisiones sobre asuntos de la comunidad se toman de forma democrática y se evitan las delegaciones de poder.

En cuanto a los aspectos culturales la mayoría de las ecoaldeas coinciden en ser lugares en los que se favorece la creatividad, se celebran encuentros o reuniones que contribuyen a mantener la cohesión del grupo y se desarrollan y aplican técnicas para la resolución de conflictos.

Las ecoaldeas

A finales de los años ochenta se empezaron a crear las primeras experiencias de ecoaldeas en países como Canadá, Francia, Dinamarca o Australia. En España las primeras comunidades sostenibles comenzaron a establecerse a principios de los noventa en la zona de los Pirineos catalanes, donde fácilmente podían encontrar pueblos abandonados rodeados de tierras fértiles que cultivar para el autoconsumo.

Hoy la Red Ibérica de Ecoaldeas está formada por 19 comunidades ecológicas que se reparten por todo el territorio, pero se reconoce la existencia de hasta treinta ecovillas. Castilla y León es la comunidad que más ecoaldeas agrupa, pero Andalucía y las regiones del norte cuentan también con varios pueblos ecológicos.

Además, alrededor de estas experiencias se han creado otro tipo de infraestructuras. La Asociación de Vida Natural La Osa ha creado un directorio en el que contabiliza hasta 400 iniciativas españolas vinculadas con áreas tan variadas como la agricultura ecológica y la alimentación sana, la bioconstrucción y las energías renovables, la salud natural o los pueblos recuperados.

Del dicho al hecho…




Las ecoaldeas suelen encontrarse en entornos hermosos, con casas de sobra y huertos repletos de hortalizas frescas, ¿qué puede fallar entonces? Existen casos de experiencias comunitarias que no han salido bien y en las que los miembros se acaban desilusionando o dispersando. La convivencia puede convertirse en uno de los principales obstáculos. Compartir un estilo de vida no siempre significa que todo el mundo sea compatible y hay que esforzarse para ser tolerante.

En otras ocasiones, las personas que se incorporan a la ecoaldea no cuentan con suficientes ingresos, trabajo o ahorros y el intercambio de comida por trabajo no acaba de funcionar. La falta de recursos es, pues, otro de los grandes problemas que afrontan las ecoaldeas y comunidades sostenibles. Aunque la imaginación suele ser una poderosa herramienta en estas comunidades, la artesanía, los mercados ambulantes, la venta de productos ecológicos, el agroturismo rural o la realización de cursos no siempre cubren un mínimo de necesidades.




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